Por José GARCÍA GARCÍA
“Una vida francesa no tiene más valor que la de un niño en Palestina, Siria o Irak” (Frederick Kanuté).
Estas palabras, puede que para algunos no sean políticamente correctas. Arguyendo que es necesaria la unidad de los demócratas, que no deben de surgir fisuras contra la barbarie, que lo único importante es acabar con los asesinos.
Pero ¿a que jugamos? ¿Por qué seguir ocultando la verdad? o ¿es que lo cotidiano, a fuerza de serlo, no produce dolor? Sinceramente considero que todo es un continuo y calculado ejercicio de hipocresía. Y vuelvo a referenciarme en Kanuté, “Si no ocurre en América o Europa, es como si no pasara”.
No quisiera extenderme ya que es mucho lo que se escribe, pero si dejar claro dos conceptos para que nadie trate de manipular lo que quiero expresar con mi opinión. Uno, vaya por delante la condena enérgica a todo acto criminal que suponen los atentados terroristas, que causan víctimas inocentes y muestran una crueldad que no tiene justificación alguna. Y dos, la solidaridad con el dolor y el sufrimiento de las víctimas y con los ciudadanos y ciudadanas que se vieron involucrados en los sucesos.